Nos encontramos en los últimos días de noviembre, «el mes de las ánimas»
de acuerdo con nuestra cultura alteña, y en esta ocasión nos pareció
interesante citar un fragmento de un ensayo del Lic. Magistrado Bonifacio
Padilla González que ofreció dentro de la Sesión Solemne con motivo de los 184
años de la creación del municipio, en 2006; dicho extracto describe uno de los
ritos religiosos del San Miguel el Alto de mitad del siglo XX, vinculado con
traer a la memoria a quienes ya se habían ido.
A continuación, citamos el interesante párrafo que nos describe, de
alguna manera, una provincia llena de misticismo, muy diferente a la ciudad
actual:
…«Al caer las sombras,
desde la solemne campana mayor se esparcía la bendición del Santísimo. Todo el
pueblo se inclinaba. Y ¡ay de aquel que
no! Luego el toque de ánimas entristecía a los pobladores. Toque pausado, quieto… reiterado. En las imaginaciones infantiles,
las oscuridades, las calles todas, se inundaban de ánimas, de fantasmas que
acechaban a la vuelta de la esquina…
Chirriaban las puertas de mezquite y se sentía que era el chirrido de
los huaraches de un ánima en pena… La
chiquillada se refugiaba temerosa en los hogares cuando las sombras empezaban a
cuajar derramándose en las calles. Los
habitantes se refugiaban en sus casas para rezar el Santo Rosario. Todo el pueblo se quedaba quieto,
entumecido…».
Ahora bien,
consideramos importante citar otro párrafo del mismo ensayo, el cual se refiere
a la importancia de luchar porque nuestro pueblo no pierda su esencia y de
alguna forma nos compromete en ese sentido; el texto es el siguiente:
…«”El pueblo de San
Miguel es un pueblo digno en la pobreza y en la abundancia”. Muchas cosas se pueden decir, muchas cosas se
pueden testimoniar, pero todas coinciden en algo. Estas gentes, los idos a otros cielos, los
cielos de aquí y de allá, y los lectores con memoria saben que han heredado y
deben mantener un pueblo bueno, noble y digno».
L.C.C. Juan Ramón Jiménez Jiménez