Mujer que fue risueña, noble y
humilde, su día comenzaba a las cuatro de la mañana para asear su casa hogar y
alimentar a sus niños, a los que les dedicó toda su vida.
Desde su infancia, Inés fue
amante de la naturaleza, le encanta trepar a los árboles de pirul para entonar
cantos desde las alturas en su casa en nuestra ciudad de San Miguel el Alto.
Creció bajo una educación
religiosa al lado de sus padres y de sus once hermanos. A los 19 años decidió
estudiar en el Convento de las Madres Dominicas de Santo Tomás de Aquino, en la
Ciudad de México.
Con una fuerte convicción
religiosa y de ayuda a sus semejantes, la madre Inés inició la construcción de
su casa hogar cuando tenía 38 años, en 1965.
La casa hogar lleva por nombre:
“LA Divina Providencia” llegó a tener 220 niños abandonados y desprotegidos.
A
lo largo de su vida recibió varios reconocimientos, entre ellos la carta al
mérito que otorga el Vaticano y la Cruz Pro Piis Meritis al Mérito Melitense,
del Palacio Magistral de Roma.
En nuestro país recibió el
“Premio Humanitario”, otorgado por el Instituto Tecnológico de Estudios
Superiores de Monterrey, en el Estado de México obtuvo el Premio Estatal
“Josefa Ortiz de Domínguez 2008” por su labor social, también recibió un
reconocimiento por parte de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de
México.
En 2009, recibió en la ciudad de
Toluca el premio “Mexicana, Mujeres de Valor”, que le otorgo el Grupo Televisa
por su labor social que desarrollo con gran fuerza y entusiasmo.
Una de sus frases era: “Todos
tenemos corazón para ayudar a los demás”.